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El verde es el color es el más difícil de conseguir cómo tinte natural o químico. En 1775, el químico sueco Carl Wilhelm Scheele, inventó un tono verde brillante hecho con arsenato, un químico tóxico. Conocido como verde de Scheele, para finales del siglo XIX había sustituido a los anteriores tintes minerales y vegetales. Utilizado en papel, tapices y telas, algunos diarios del siglo XIX contaban que damas con vestidos verdes se enfermaban por respirar los vapores tóxicos.

El rojo es un color cuyo tinte natural se puede obtener de diferentes materias: arcilla, minerales, plantas, insectos. El más conocido es el rojo obtenido de la cochinilla, fue descubierto por Hernán Cortes y sus soldados al conquistar el imperio azteca en 1519-21. Cuando se secaba y trituraba la cochinilla, un insecto parásito que vivía en los cactus, se lograba un tinte rojo. En 1523, Cortés envió las primeras cochinillas a España, para comienzos del siglo XVII se había convertido en el tinte rojo de lujo preferido de cardenales, banqueros, y aristócratas.

El amarillo es el color más abundante en la naturaleza, ya que la mayoría de las plantas contienen pigmentos capaces de teñir en ese color.

En el siglo XIX en Europa se usaba el amarillo indio, se dice que se trataba de orina seca de vacas alimentadas con hojas de mango. Se prohibió en 1908, porque era tóxico para las vacas.

No hay ninguna fuente en la naturaleza, sea de origen animal, vegetal o mineral de la que se obtenga directamente el color rosa. Se consigue de la mezcla del rojo (que se obtenía de la cochinilla) con el blanco o la disolución del rojo con agua. 

El magenta es un color primario cuyo tinte sólo se puede obtener de manera química. El colorante fue descubierto en el año 1858, tras mezclar anilina con tetracloruro de carbono, fue bautizado con el nombre de fucsina debido a que en la tinción de lana y de seda daba un color similar al de las flores de la fucsia

En 1860 los franceses rebautizaron con el nombre de magenta para recordar la sangre derramada en la batalla de Magenta, un pequeño pueblo de Milán, Italia, en la que murieron 10 mil personas y supuso la victoria de Francia en la Guerra con Austria. 

El blanco es un color acromático que no puede obtenerse por mezcla. En la antigüedad, se conseguía tras suspender platos de plomo sobre vapor de vinagre, sumergirlos en estiércol durante dos meses, y raspar la capa de material blanco que se formaba en su superficie. El pigmento era el blanco de plomo, una sustancia tóxica utilizada durante milenios.

A pesar de estar muy presente en la naturaleza, el azul es un color que el ser humano tardó mucho en reproducir.

Para el teñido de tejidos en Europa se utilizaba el glasto, una planta que crece en muchas regiones. En el siglo XVI Vasco de Gama descubre la ruta marítima hacia la India, de allí traerán el índigo, tinte que se extrae de las hojas de un arbusto que colorea treinta veces más que el glasto.

En el siglo XVIII, españoles, franceses e ingleses desarrollaron el cultivo de índigo en las colonias, para exportarlo a Europa, dónde era el color de moda.

A lo largo de la historia, el naranja se ha obtenido de distintos vegetales con carotenos (la zanahoria o la calabaza), especias (el azafrán o la cúrcuma), y minerales altamente tóxicos (el rejalgar y el oropimente).

El naranja adoptó su nombre de la fruta exótica que los comerciantes portugueses trajeron de la India a Europa hacia el año 1542. Hasta ese momento, se conocía a este color en Europa como amarillo rojizo.

El negro es uno de los tintes más sencillos, se obtiene del carbón vegetal o moliendo óxido de manganeso. Para el teñido de textil, en cambio, es el color más complicado por su dificultad al mantener el tono.

En el siglo XVI, los españoles descubrieron en América el palo de Campeche, que fijaba el color negro en el textil. A su vuelta a España, regalaron al rey Felipe II el palo de Campeche, y este ordenó que la corte vistiera de negro, tras darse cuenta que el tinte negro suponía grandes ingresos para la corona.